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No me mates todavía [MadaMei] [+18]
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No me mates todavía [MadaMei] [+18]
Título: No me mates todavía
Resumen: No me mates aún Madara, déjame estar contigo aunque sea una sola noche más...
Pareja: Madara Uchiha y Mei Terumi. Crack.
Universo: Naruto
Rating: No menores de 18 años. Contenido sexual explícito y lenguaje fuerte.
Categoría: Romance y acción.
Estado: En progreso.
Capítulo 1: Prólogo.
Capítulo 2: Recuerdos.
Capítulo 3: Pasión.
Resumen: No me mates aún Madara, déjame estar contigo aunque sea una sola noche más...
Pareja: Madara Uchiha y Mei Terumi. Crack.
Universo: Naruto
Rating: No menores de 18 años. Contenido sexual explícito y lenguaje fuerte.
Categoría: Romance y acción.
Estado: En progreso.
Capítulo 1: Prólogo.
- Spoiler:
Verla le causaba unas terribles ganas de matarla. Estaba allí, enfrentándose a él, y no se le movía ni un pelo a la hora de fingir que realmente luchaba.
Idiotas. Le creían absolutamente todo a la pelirroja que no era más que una maldita farsante. Una muy buena farsante.
Él podía leerla. Llevaba muchos años conociéndola y no necesitaba del sharingan para saberlo todo sobre ella. Ahora corría hacia él y sacaba lava por la boca, sabiendo que no llegaría a tocarlo ni por asomo. Y él observaba sus labios jugosos y brillantes, pensando en cuantas veces los había probado. Pensando en cuantas veces ella los había utilizado para darle placer de las mejores formas. Y ahora, los usaba para atacarlo.
Esquivaba todas las técnicas sin el mínimo esfuerzo. Evitaba matarlos, por muchas ganas que tuviera de hacerlo con la rubia de pechos gigantes... una maldita Senju. No quería deshacerse de los kages aún, necesitaba saber qué tanto había crecido Mei en todo el tiempo que llevaban sin verse. ¿Cuántos años habrían pasado ya? ¿Cien, ciento cincuenta? No estaba seguro, pero Mei Terumi se veía joven y reluciente, nada que ver con la pobre vieja que había vislumbrado por última vez antes de morir.
Así que al final había logrado la inmortalidad. Obito no había fallado en eso, al parecer.
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Mei lo observaba, complacida. Madara seguía siendo autoritario como siempre, pero sin llegar a perder ese tinte sensual que lo volvía irresistible. Al fin había llegado la hora de unirse a él, después de tantos años escondiéndose en la Villa Oculta entre la Niebla... Sí, demasiados años fingiendo ser quien no era, pretendiendo que le preocupaba su pueblo y ayudando a Akatsuki desde las sombras. Aunque claro, nunca estuvo sola. Obito siempre la acompañó y fue gracias a él que logró llegar al puesto de Mizukage... sola, jamás habría podido controlar a Yagura para sacárselo de encima.
Jodido Yagura, había sido difícil encargarse del kage. Cuando Akatsuki estuvo formado y Obito estuvo de acuerdo en deshacerse de él, ella finalmente se convirtió en la mandataria de la aldea. Y entonces, nadie jamás sería capaz de meterse con la Organización. Kirigakure era la nueva sede de Akatsuki.
Para el exterior, la Niebla Sangrienta se había acabado y Kirigakure viviría tiempos de paz con su nueva y amable kage. Lo que nadie se esperaba era la oscuridad que los aguardaba bajo el mandato de Mei Terumi, la mujer que había logrado superar la inmortalidad de Orochimaru y no conocía el paso del tiempo. De no ser por ella, Akatsuki nunca habría prosperado tan bien y la resurrección de Madara no se habría dado jamás.
Aunque aún no se daba.
No tenía ni idea de lo que estaba intentando hacer el Uchiha, ¿por qué demonios estaba revivido como Edo Tensei? Eso no era parte del plan. Todo lo que ocurría era extraño y llegó a preguntarse si Obito los habría traicionado. Fuera como fuera, ella tenía que enfrentarse a él hasta que Madara recuperara todo su poder revivido con el Rinne Tensei. No sabía lo que ocurría, así que no le quedaba más opción que guardar las apariencias.
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No le agradaba nada haber sido revivido con la técnica Senju, aunque ahora ya tenía idea de lo que estaba ocurriendo. Una vez que acabara con los líderes de sus respectivas aldeas, iría en busca de Obito y se reviviría de la forma indicada. Mientras tanto, Mei seguía enfrentándose a él de la mejor forma posible, pero era demasiado obvio que era la más débil de los cinco kages.
Sí, era la más débil, pero también la que más lo conocía. Y sentía que se burlaba de él al observarlo con esos profundos ojos verdes y una sarcástica sonrisa que al estar a la vista de sus compañeros se transformaba en una fingida expresión de terror.
Pero ahora ya no le sonreía. Seguramente había notado que él, a pesar de no estar luchando en serio, no le tendría compasión. Sus ojos, ahora de color lila, irradiaban frialdad y ganas de matar.
Sí, la encontraba demasiado frágil... tenía demasiadas ganas de matarla.
Y ahora, ella lo sabía.
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—¡Es demasiado fuerte! —gritó a los demás—. ¡No podremos contra él!
Tenía razón, ni combinando todas sus fuerzas podrían derrotarlo, pero nadie allí estaba dispuesto a aceptarlo.
—¡Cállate, Mizukage! —le contestó el Raikage en un gruñido—. ¡No podemos rendirnos sin haber luchado!
—¡Sí! —reafirmó entonces Tsunade, quien ya había liberado el Byakugou y se enfrentaba a Madara ahora con todo su poder.
La pelirroja se mordió el labio inferior hasta que una gota de sangre carmesí brotó de éste. Era inmortal, pero sólo refiriéndose al paso del tiempo. Fuera de eso, moriría como cualquier humano. No era inmune a las enfermedades ni a las hojas de las espadas. No era inmune a la ira de Madara, quien ahora destruía todo a su paso.
No, eso no era ira. Eso era simple y puramente un capricho.
Un maldito capricho que acabaría matándola.
Capítulo 2: Recuerdos.
- Spoiler:
- No veía nada. No oía nada. Su cuerpo se sentía como si estuviera suspendido en el vacío. ¿Sería posible que Madara finalmente la hubiera matado? ¿O todo era un sueño? Ojalá fuera lo segundo, pero sabía que no era así.
Era incapaz de moverse. Estaba consciente pero era como si su mente se hubiera desconectado de su cuerpo. Ni siquiera sabía si estaba respirando o no... sólo sabía que aún estaba viva y eso era casi imposible de creer. ¿Por qué demonios el Uchiha no la había matado? No encontraba explicación... hacía un rato parecía encaprichado con acabar con su vida y ahora aparentemente había cambiado de opinión. Tal vez aún la necesitaba para alguna tarea o quizás guardaba algún sentimiento por ella...
No, imposible. Ese último pensamiento era ridículo y lo sabía perfectamente. Él sólo había amado a su hermano menor, Izuna y siempre le había quedado claro que a pesar de ser la única mujer en su vida no era más que una compañera. Una herramienta, tal vez.
En su juventud, él la tocaba. Compartían el lecho y Madara acariciaba su piel desnuda por debajo de las sábanas. Recorría su cuerpo y besaba su cuello, sus hombros, su pecho... la marcaba, porque quisiera o no, le pertenecía. Mei se dejaba hacer, le agradaba sentir sus manos recorrer sus curvas, su cuerpo pegado por detrás al suyo... Era un insaciable y le encantaba despertarla de esa forma. Ella se daba vuelta y lo besaba en los labios, pero eran besos fríos, sin sentimientos. Sentía un enorme vacío cada vez que intentaba juntar sus bocas, a menos que fuera un beso apasionado que buscara la excitación... no había lugar para el cariño en Madara Uchiha.
Él jugaba con sus pechos, los apretaba y los movía a gusto. Eran suaves pero se ponían tiesos con cada mordida en los pezones, con cada chupetón y con cada lamida. El de cabello negro se divertía arrancándole gemidos, le subía el ego y sabía que tenía total control sobre la pelirroja. Sus pezones rosados se endurecían y brillaban llenos de su saliva, eran pequeñas y deliciosas frambuesas que él devoraba ardorosamente. Ella tenía los pechos llenos de manchas oscuras, producto de encuentros no demasiado lejanos con el mismo hombre, el mismo que se disponía a dejarle marcas nuevas.
Así pasaban el tiempo cuando Madara ya había perdido la esperanza en Konoha. Tenían varios refugios ocultos entre los bosques y se mudaban con frecuencia para evitar ser localizados. Ella ya ni siquiera recordaba cuándo había comenzado esa locura, aunque sí recordaba cómo. Madara simplemente... la había encontrado. Una ninja renegada que había abandonado su aldea en busca de aventuras que se había cruzado en el camino del Uchiha. Era sensual y tenía un kekkei genkai único.
Aún recordaba aquella época en su juventud. No tenía más de veinte años y se encontraba en las afueras del País del Fuego, metida en un bar, bebiendo. Él había llegado envuelto en una capa negra para evitar ser reconocido y se había sentado a su lado.
—Vaya... qué hombre tan apuesto —llamó su atención y se acercó a su oído para susurrarle—. Casi diría que pareces un Uchiha de Konoha.
El gruñó al sentirse descubierto pero mantuvo la calma. La estudió con sus ojos negros como la noche. Nada mal para una jovencita.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó al fin. No le agradaba que lo hubiera reconocido tan fácil. Sin duda era una ninja que frecuentaba esa zona.
—¿Estás de mal humor? —sonrió ella.
Casi de inmediato Madara sintió que una mano le acariciaba la pierna izquierda. Mei la deslizaba por su muslo interno, peligrosamente cerca de otro lugar. Le dirigió una mirada asesina y ella, en respuesta, se relamió los labios color carmesí antes de acercarse a su oído nuevamente.
—No te preocupes, no revelaré tu pequeño secreto... Uchiha. —Esta vez no era un simple susurro, estaba cargado de insinuación sexual y deseo.
Un escalofrío recorrió a Madara al sentir la respiración caliente de la mujer impactando contra su cuello. Estaba excitado, eso era innegable. Con su propia mano tomó la de Mei y la detuvo.
—Nos vamos de aquí. —dijo con tono de orden antes de llevársela lejos de ese lugar.
El Uchiha no tardó en darse cuenta de que esa mujer no sólo era sensual y poderosa, sino que también era inteligente y podía ayudarlo con sus planes. Y demonios, no estaba equivocado. Mei Terumi sí que había resultado útil.
Abrió los ojos, incrédula. Podía moverse y su fuerza estaba de vuelta. A un par de metros notó a los otros kages en la misma situación que ella. Jodido Madara, no se había atrevido a matarla todavía. Sonrió con maldad. Ya era hora de ir con él.
Capítulo 3: Pasión.
- Spoiler:
- Sólo fueron unos cuantos minutos subidos en la nube de arena de Gaara antes de llegar al campo de batalla. Realmente casi no tenía chakra, así que le vino bastante bien el viaje. Apenas llegaron logró ver al Uchiha, ataviado con su clásica armadura roja. No lo dudó ni un segundo y sin importarle los gritos del Raikage, corrió hacia Madara. Cualquiera pensaría que había perdido la cordura, con apenas una pizca de chakra y metiéndose en la boca del lobo.
—¡Mizukage, no seas tan imprudente! —bramó el Raigake, pero demasiado tarde.
Los otros tres kages ya se habían dispersado. Tsunade estaba curando a los heridos a través de Katsuyu, Onoki se concentraba en el enorme árbol frente a él y Gaara guiaba a un gran grupo de hombres. Si bien Mei había desaparecido entre la multitud, él no perdería su tiempo buscándola. ¿Qué demonios le ocurría? Hacía apenas unas horas se comportaba como una cobarde frente a Madara y ahora iba a atacarlo de frente, sin ninguna estrategia... entonces fue cuando lo vio.
A unos cuantos metros de allí, Madara observaba todo. Se encontraba subido en una elevación del terreno, esperando que Mei llegara a él. Ella no tardó demasiado, subió a donde él se encontraba y se paró a su lado. Tenían una gran vista de lo que ocurría en todo el campo de batalla.
—Llegas tarde. —Espetó el Uchiha.
—Hubiera llegado antes de no ser porque me dejaste al borde de la muerte —le dijo en tono de reproche.
Mei podría jurar que Madara había soltado una risita burlona, aún sin dignarse a mirarla a la cara.
—¿Estás enojada? —descruzó los brazos y se dio media vuelta para acariciarle el cabello rojo enmarañado—. Agradece que no te maté.
Frente a frente se encontraban, a la vista de toda la Alianza Ninja. Mei podía sentir la mirada de Naruto y los demás clavada en la nuca, algunos gritos de "traidora" y otras cosas. Sin embargo, a Madara no parecía importarle en lo más mínimo. Todos estaban concentrados en Obito y el árbol de todas formas, así que no los atacarían a ellos... aún. El hombre hundió la cara en el hombro de la mujer y aspiró su aroma de forma sensual, haciendo que ella se estremeciera. Llevaba muchos años sin que Madara la tocara... definitivamente, su muerte había sido un total desperdicio.
—No has cambiado nada —susurró a su oído con la voz ronca por el deseo.
—¿Vas a hacerme tuya en medio del campo de batalla? —cuestionó, relamiéndose los labios pero sin que su voz perdiera el toque provocativo.
—Quién sabe... —respondió el Uchiha, bajándole la parte de arriba del vestido.
Ella se apartó enseguida, volviendo a subirse los hombros de su ropa. Le lanzó una mirada desafiante, que él ignoró olímpicamente para volver a posar sus ojos sobre la Alianza Ninja.
—¿Estás mal de la cabeza? ¡No puedes desnudarme frente a toda esta gente!
—No es para tanto... —respondió impasible—. Están concentrados en Obito, tenemos tiempo libre.
—En medio del jodido campo de batalla, claro... —contestó ella con sarcasmo.
Él volvió a darse la vuelta apenas la escuchó pronunciar esas palabras. El Rinnegan estaba ahora desactivado y la observaba detenidamente con sus penetrantes ojos negros. Fríos, sin sentimientos. Mei podría haber retrocedido un par de pasos, sentía como si Madara la estuviera asesinando con la mirada, pero se quedó en su lugar. No era la clase de mujer que se comportaba de esa forma. Sus ojos se despegaron de los verdes de ella y descendieron lentamente a sus pechos, para quedarse allí.
Mei Terumi se percató de que la mirada oscura ahora ya no era fría e indiferente, sino que se veía relajada y rebosando de deseo. La estaba mirando, anhelando su cuerpo... conocía esa forma de mirarla como la palma de su mano. Hacía muchos años, mientras él preparaba todo para su futura resurrección y paseaban de una guarida a otra, esa mirada se la dedicaba casi todos los días. Era prácticamente inevitable y ella ayudaba a que ocurriera.
Después de conocerse y de que Madara se la llevara lejos de ese oscuro bar para penetrarla sin compasión en un pequeño hotel, siguieron viéndose. En realidad, originalmente él no quería saber nada de ella, pero no podía sacársela de encima. Se le pegaba a la espalda y lo abrazaba por detrás susurrándole cosas sucias al oído, logrando que volviera a sucumbir ante sus encantos. Nunca una mujer lo había hipnotizado de esa forma. Mito, tal vez, pero la Uzumaki era tiempo pasado... y esta mujer tenía mucho más fuego. Siendo que se trataba de una ninja renegada como él, accedió a contarle sus planes y ella se acabó convirtiendo en una pieza fundamental para que estos se realizaran. Sí, Mei se había ganado su confianza... aunque ella realmente sólo parecía interesada en follar con él, porque no dejaba de llamarlo guapo y halagar su cuerpo, al final logró convencerla. A cambio, la ayudaría a encontrar una forma de obtener la inmortalidad.
Una de sus guaridas se encontraba escondida entre los juncos, en las afueras del País del Agua. La mantenían escondida con un genjutsu del Uchiha y era su favorita porque en ella se encontraba una piscina de aguas termales totalmente natural. Estaba formada por rocas y Madara podía pasar horas allí, relajándose al aire libre. Por supuesto, siempre acababa en otra cosa. Mei se despojaba de toda su ropa y hundía su cuerpo bajo el agua caliente, logrando captar la atención del hombre.
Ella se acercaba a él, sin exponer su cuerpo fuera del agua, y rozando su pecho con la mano. Le encantaban sus músculos, sus cicatrices producto de las guerras y su actitud tan indiferente, cuando en realidad él se moría por su tacto. Madara permanecía con los ojos cerrados, fingiendo relajarse, pero cuando ella se le sentaba encima y se refregaba contra su miembro, no podía evitar que su cuerpo se tensara. Esa mujer había sido hecha por los mismísimos dioses.
Lo que ocurrió esa vez era algo que ocurría siempre... y nunca se aburrían. Esa ocasión fue sólo una entre miles.
—Deja de pretender que no te intereso —susurró ella, respirándole en el oído para luego lamer sensualmente el lóbulo de su oreja—. Mira lo duro que te has puesto...
Su mano viajó por debajo del agua y encontró la erección del Uchiha, apretándola con gentileza y arrancándole un gruñido a su dueño.
—Si quieres que te folle sólo tienes que pedirlo —sonrió él con autosuficiencia mientras examinaba su cuerpo detenidamente.
—Fóllame —ordenó Mei, mordiendo la clavícula del hombre—. Duro... ahora.
—No me des órdenes —contestó él con frialdad, apartando su cara de su cuerpo y cambiando sus posiciones.
Apenas unos segundos después Mei se encontraba de espaldas a Madara, apoyándose con los brazos en unas rocas, dejando que el Uchiha la tocara. Él no se dejaba mandar por nadie y ella tenía la maldita costumbre de darle órdenes. La delicadeza no era lo suyo tampoco, y a ella no le molestaba. Le encantaba que la follara fuerte y duro.
El hombre actuó rápido e, inclinado hacia delante, utilizó dos dedos de su mano derecha y los introdujo en el ano de la pelirroja. Ella se sobresaltó un poco, pero él apretó uno de sus pezones con su mano libre para calmarla.
—Te follaré por el culo, ¿te gusta? —susurró roncamente a su oído, pegando su pecho a su espalda.
Como respuesta sólo recibió un gemido y la mano derecha de la mujer extendiéndose hacia atrás hasta agarrar su miembro erecto. Mientras ella subía y bajaba su mano por su largo, él introducía un tercer dedo en su ano. Unos segundos después quitó la mano de ella y la obligó a apoyarse firmemente en las rocas, para luego tomarla fuertemente de las caderas y entrar en ella de una sola estocada. Gruñó de placer, el interior de la mujer era caliente y estrecho. Ella se quejó en voz alta, aunque Madara podría jurar que era más un gemido que otra cosa.
—Muévete —lloriqueó la pelirroja.
—¿Qué te dije sobre darme órdenes? —cuestionó él, rodeado de un aura fría y oscura.
Sin embargo, le hizo caso. Salió por completo de su interior y se volvió a hundir en ella, con fuerza y rapidez, sin delicadeza.
—¿Así te gusta? —preguntó burlón.
—S... sí, más, ¡sigue o te mato!
Una sonrisa ladeada se formó en los labios del Uchiha, antes de volver a salir completamente del interior de ella para hundirse en su vagina. Al estar debajo del agua y ella excitada, entró sin demasiados problemas. Ella gimió de sorpresa, pero de placer a la vez, apretando su entrada y logrando que él se excitara aún más. Era un vaivén infinito y Mei estaba perdiendo la cabeza. Madara se hundía en ella y salía para luego volver a entrar de golpe. A pesar de ser un hombre poco expresivo, no podía evitar gemir, gruñir y suspirar durante el acto. No era demasiado consciente de lo que hacía con su cuerpo, sólo tenía su instinto que lo obligaba a ir cada vez más rápido y más fuerte. Sus dedos se hundían en las caderas de la mujer, dejando marcas rojas, pero ella no parecía ni enterada.
La follaba duro y a pelo, justo como a ella le encantaba. Estaba a punto de llegar y su cuerpo comenzó a temblar, además de que perdió la habilidad para mantenerse en pie. Sus piernas comenzaban a aflojarse... sólo hacía falta que Madara siguiera golpeando ese punto unas veces más y tendría uno de los mejores orgasmos de su vida... pero se detuvo de pronto.
La pelirroja gruñó disgustada y se dio media vuelta para mirarlo, rogando porque se la volviera a meter.
—¿Quién te dijo que te podías correr, mujer? —cuestionó él.
Ella lo observó con su adorable mirada asesina, que ahora perdía fuerza debido a sus mejillas rojas y sus pupilas dilatadas. Madara simplemente le dio media vuelta haciendo que quedara frente a él y tomó uno de sus pezones entre sus labios, al tiempo que le levantaba una pierna y la volvía a penetrar. Ella entendió y subió ambas piernas a los lados de las caderas del Uchiha, juntando los pies por detrás de él. Ahora quedaba un poco más alta que Madara y se abrazaba a su cuello para no caer. Él la aseguró apoyando su curvada espalda contra uno de los bordes de la piscina natural, y volvió a embestirla.
—Ma... da... ra... —suspiró ella, con su mente nublada otra vez.
Ahora sentía calor y no sólo era por las aguas termales, estaba realmente excitada. Le resultaba increíblemente salvaje que el Uchiha le diera tan duro contra esa roca. Mei clavó sus uñas azules en la tonificada espalda del hombre, incapaz de aguantar más placer. Quería más, más rápido, más fuerte... pero no podía resistir más.
Sus cuerpos estaban húmedos, pero no sólo por el agua. Ambos se encontraban sudorosos y agitados. Madara sentía una fuerte presión en su miembro, casi dolorosa, la imperiosa necesidad de descargar su semen en su interior. Ella gemía en voz alta, sin preocuparse por ser discreta, no era capaz de controlarse en un momento como ese. Madara la llenaba una y otra vez, rozando su clítoris y haciendo que rebosara de ansiedad. Tenía ganas de llegar al orgasmo de una jodida vez, era lo que más deseaba en ese momento y Madara parecía ir yendo cada vez más lento a propósito. Con las lágrimas resbalándole por las mejillas de tanta necesidad le suplicó al hombre que por favor fuera más rápido.
—¿Quieres correrte ahora, eh? —sonrió él, satisfecho.
—Joder, rápido, joder... —bramó ella al borde del colapso.
No era como si Madara pudiera aguantar mucho más. El cuerpo de Mei lo excitaba de sobremanera. Tenía unas curvas espléndidas y una actitud salvaje y atrevida. No era tímida ni perdía el tiempo con enamoramientos, lo quería dentro de ella, quería follar y eso le decía. Él simplemente no podía resistirse. Su cuerpo desnudo lo encendía en cuestión de segundos y escucharla gritar su nombre pidiéndole más era enloquecedor.
Dio unas pocas estocadas más con toda su fuerza, como un animal que había perdido la razón, mientras ella llegaba al orgasmo y se derrumbó, corriéndose también él. Mei lo miró, extasiada. Sus ojos se veían cristalizados y brillantes, su pelo desordenado y sus mejillas rojas por el esfuerzo.
Joder, qué pedazo de mujer.
Tsunade Senju Uchiha- Moderador
-
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Fecha de inscripción : 29/05/2013
Edad : 30
Re: No me mates todavía [MadaMei] [+18]
¡Me encantó! ¡Esta pareja tiene tanto morbo ! ¿Cómo puede ser que no la haya visto antes!?
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Miér Dic 10, 2014 6:37 pm por namikaze
» faltan 3 dias para el extreno de la pelicula de naruto the last
Miér Dic 03, 2014 12:39 pm por namikaze
» La busqueda de un sueño
Miér Dic 03, 2014 12:30 pm por namikaze
» ¿Qué harías si no se diese el NS?
Sáb Nov 22, 2014 7:48 pm por namikaze
» ¿Cómo se enamorá finalmente Sakura de Naruto?
Vie Nov 14, 2014 9:58 pm por namikaze
» No me Ignores solo ámame by Naruto
Jue Nov 13, 2014 5:23 pm por namikaze
» (Fanfics) Tu cerezo protector (Sakura mayor x Naruto menor)
Dom Nov 09, 2014 12:02 am por namikaze
» este es el primer foro al que me uno
Sáb Nov 08, 2014 11:32 pm por namikaze
» ¿Creen que haya NS en la película?
Vie Nov 07, 2014 4:09 pm por namikaze